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viernes, 9 de marzo de 2012

Porque ya nada volverá a ser como antes.

Dicen que las despedidas duelen, si. Pero son mucho más dolorosas aquellas que son anunciadas de antemano, las que intentas evitarlo de cualquier forma y aun así ves que la persona se sigue alejando. Es triste notar como la distancia invade más de lo normal, que no tengas ya nada de lo que hablar. Acabas admitiendo que ya nada es lo que era, las locuras y sonrisas, ya no abundan y llega un día en el que ya no hay nada que decir. Ya no hay horas de conversación a través de un teléfono solo un silencio incomodo que no puede ser resuelto. Llega un punto en el que te das cuenta que al poner las cartas sobre la mesa, va a dar la partida por perdida. Ya no quedan ganas de luchar ni de seguir intentándolo llegas a un punto en el que sabes que no hay modo de volver atrás. Es inevitable

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